Lucía y Pablo, los profes del Taller de Escritura, nos enviaron este cuento escrito por los dos alumnos de noveno primera.
La consigna planteaba la escritura de un cuento breve que tuviera como escenario el Valle del Río Chubut en el año 2099.
Partieron de la hipótesis de que para esa época los casquetes polares se habrían derretido y todo el Valle, hasta la meseta quedaría bajo agua, siendo ésta congelada por el surgimiento de una nueva Era de Hielo.
¡Recomendamos su lectura porque está muy bien escrito!!


Valle bajo hielo

Me acerqué a la ventana abierta y grité para que me escuchara:

– ¡Salí, que no quiero llegar tarde!

– Sabés muy bien que no salgo a la noche, hace mucho frío- Me dijo tiritando. Hubiera sido entendible, si no fuera porque había tres metros de nieve que cubrían las entradas a la casa, y treinta grados bajo cero en el ambiente, todo porque los casquetes polares se derritieron. Le extendí la mano para que saliera por la ventana, la única salida de la casa. La entrega semanal de bolsas de alimentos se estaba desarrollando en ese mismo momento en la plaza, y no quería quedarme con las sobras. – Si no hay más remedio… – dijo – Igual tenía hambre.

Íbamos caminando por la calle, ya que los autos debían de estar bajo toda esa nieve que estábamos pisando, y el frío calaba los huesos. Ni siquiera nos sorprendimos al ver un par de chicos destruir la vidriera de una local y llevarse todo lo que quedaba adentro. A nosotros todavía nos quedaba algo de dignidad, todavía no habíamos recurrido a esos medios. Ya casi habíamos llegado a la plaza, y el hambre se hacía sentir.

Les tengo una mala noticia – dijo el orador de la plaza sobre un gran montículo de nieve – el camión que traía nuestras provisiones fue saqueado. No tendremos más hasta la semana que viene. –

Deseábamos que fuera una broma, pero la expresión en los ojos del hombre decía lo contrario. Todavía recuerdo la desesperación de los que allí estábamos, y aquella voz que dijo: “Si no nos traen comida, habrá que conseguirla” y luego la ola de disgusto, llantos, gritos, explosiones, fuego…

Lo último que finalmente hice fue escapar de todo aquel desastre, aunque sabía que no tenía adonde ir, ya que estábamos aislados. La ciudad más cercana estaba a cientos de kilómetros, y estaba poblada por cadáveres. Además, el frío no me iba a dejar tranquilo. Me di cuenta de que, si me dormía, no despertaría, moriría congelado. Ningún artefacto moderno iba a salvarme, ahora dependía de mí mismo. Sólo podía correr. Y eso fue lo que hice. Corrí hasta que caí exhausto y la fuerte ventisca y la nieve cubrieron mi cuerpo.

Un destello blanco apareció desde lejos. Abrí los ojos y me sorprendí al ver que estaba acostado en una cama muy cómoda. Sin embargo, me sorprendí más aún al verlo a él y escuchar su voz celestial. Sabias palabras, fueron. Suficientes para hacerme cambiar de opinión, suficiente para que cualquiera cambie su opinión.

Me desperté, y me encontré en mi casa, con un clima tan cálido como extraño. Nadie entiende cuando les digo a los demás que, esta vez va en serio, que no hay otra salida, hay que cuidar el medio ambiente y contaminar lo menos posible.

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