La profesora Susana Arcilla, en el espacio de Cultura y Estética Contemporánea, ha realizado con sus alumnos un importante trabajo de investigación, titulado "Trelew, una ciudad multicultural", en el que los estudiantes debieron investigar sobre las corrientes inmigratorias en nuestra ciudad.
En el siguiente informe desarrollaremos las huellas que la colectividad boliviana dejó en nuestra ciudad, tanto de aquellos que vinieron en busca de una mejor vida y constituyen una parte significativa de nuestra ciudad o de los otros, que vienen transitoriamente intentando hacer riqueza para volver a su tierra. Informaremos acerca de los obstáculos que atravesaron para poder asentarse finalmente en este pequeño pedacito del valle.
DESARROLLO:
El Valle Inferior del Río Chubut es un oasis de regadío de la Patagonia y ha sido un espacio de colonización única en la Argentina por la llegada de inmigrantes. En las dos últimas décadas del siglo XX fueron arribando bolivianos procedentes de otras áreas de agricultura intensiva de la Argentina, como también desde su país de origen.
La comunidad boliviana se ha asentado desde la década del setenta en ciudades como Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn, como mano de obra en la construcción y en la pesca. El asentamiento se concreta a partir de los años 80 como trabajadores en la horticultura y en otras actividades en las plantaciones de frutales y en la fabricación de ladrillos, preferentemente en los ejidos de Trelew y Gaiman, en las áreas de Bryn Gwyn, Drofa Dulog y Treorcky.
Los migrantes bolivianos residentes en el Valle Inferior del Río Chubut han ocupado un territorio por el proceso de migración por etapas dentro de la Argentina. Éste responde a ciertas pautas comunes: provienen de comunidades rurales de Bolivia (departamentos de Tarija, Oruro, Cochabamba, Chuquisaca) e ingresan siendo muy jóvenes por las provincias de Salta o Jujuy para trabajar en la zafra azucarera y tabacalera. Posteriormente migran al sur, siempre buscando otras oportunidades de trabajo. Continuando con la migración en etapas, durante la década del setenta arribaron a Puerto Madryn para trabajar en la construcción de Aluar.
El inicio del asentamiento en el valle tiene lugar en 1986 cuando un inmigrante pionero, que abastecía con verdura desde Río Negro, buscando tierras para producir hortalizas, se contacta con un productor tradicional, acuerda la forma de trabajo y tenencia de la tierra. Luego, este pionero va en busca de su familia a Río Negro y se asienta en el valle. Desde entonces no ha cesado el aporte de esta corriente migratoria fronteriza. Al respecto, el boliviano pionero manifiesta como fueron llegando sus connacionales “…ellos vienen solos… me conocen en todos lados, saben que yo ocupo gente, entonces llegan solos y aprenden. Para al otro año ya se apartan solos.”
La presencia de la comunidad boliviana en las chacras nos permite identificar su territorio, donde las experiencias de vida del grupo social se expresan en artefactos y objetos materiales, en signos y símbolos, en significados y valores que hacen diferente a un territorio de otro. Existen claros signos culturales que han transformado el paisaje rural en esta parte de la Prov. De Chubut. Al respecto, Blanco enuncia que “la incorporación de inmigrantes a una sociedad dada no solo afecta al mercado de trabajo o a la actividad laboral (tanto de una perspectiva estructural como o individual), esto es, a su inserción en la estructura social”; y expresa que las inmigraciones “… suponen la incorporación de nuevos sujetos portadores de culturas, etnias y/o religiones distintas”.
Los bolivianos son productores hortícolas. Vienen a trabajar y la mayoría lo hace en calidad de medieros o como peones de otros bolivianos, con hijos pequeños o adolescentes y de hombres solos, también jóvenes. Existen fuertes lazos parentales entre ellos y este es un motivo para migrar ya que los parientes sirven de nexo para conseguir trabajo. Esto sirve mucho para las redes migratorias, se basan en el compadrazgo, relaciones de parentesco, reglas tradicionales de reciprocidad, etc.
Con respecto al hábitat, estamos haciendo referencia a los componentes materiales, visibles en el paisaje.
Con respecto al habitar rural se hace referencia a los canales comunicativos entre los bolivianos como forma de añoranza con el origen, se expresa con sus rutinas de trabajo y de convivencia, su cotidianeidad.
Los bolivianos construyen su hogar en las chacras que no poseen vivienda y en la que el boliviano no ocupa la casa principal, se construyen habitaciones con materiales como ladrillo, chapa, arpillera sintética, bloques, y en algún caso, estos migrantes acondicionan un viejo colectivo como vivienda.
La organización del espacio inmediato a la vivienda se caracteriza por la presencia simultáneas del horno de barro, las herramienta de trabajo, el puesto de venta, los surcos con diversidad de cultivos bolsas para embalar, jaulas y cajones, cantidad de verdura recientemente cosechada tapada por una arpillera húmeda, ropa secándose sobre arbustos o alambrado, bicicletas, camionetas o camiones.
Por lo general, entre ellos mantienen costumbres, comidas, idiomas (quechua), es habitual que los domingos o en fiestas navideñas se reúnan. Por su parte, las prácticas religiosas entre los migrantes bolivianos del espacio rural no son usuales, a diferencia de las convocatorias en las ciudades. Sus hijos son argentinos y todos concurren a escuelas del valle.
Las mujeres son mano de obra importante para la cosecha y venta de verduras. Ellas concurren con sus hijos a la chacra. A los más pequeños los transportan en sus espaldas o los dejan durmiendo en una cama improvisada bajo la sombra de un sauce, álamo o acoplado. Es habitual el alimentarse en el mismo lugar de trabajo, por lo que construyen pequeños fogones, donde hierven verduras. Los niños en edad escolar participan en ciertas actividades agrícolas como cosecha, lavado y embolsado de zanahoria, etc, respetando el horario de concurrencia a la escuela.
•HUELLAS TANGIBLES: Como rasgos tangibles, encontramos la feria que se realiza todos los sábados en la Sociedad Rural, ya que muchos bolivianos productores van allí a comercializar sus productos. Si bien no hay un lugar donde ellos se nuclean, para la sociedad, esta feria es un gran referente de la colectividad.
Al igual que la feria, tenemos como referente la compra de verduras directamente de sus chacras. Todo trelewense ha ido un fin de semana en familia a comprar hortalizas.
A pesar de no tener una Asociación constituida, muchos residentes bolivianos del Valle se reúnen en Gaiman para tratar temas puramente comerciales.
•HUELLAS INTANGIBLES: Como registro que no se puede tocar, tenemos la idea general de toda la sociedad sobre los bolivianos. Esta colectividad es y se siente fuertemente discriminada, ya sea por su color de piel, origen, actividad laboral o costumbres culturales. Para los trelewenses, este erróneo concepto de los bolivianos ha llevado a la marginación y hostilidad de la comunidad boliviana.
A su vez, conocedores de las dificultades en su vida, los bolivianos han adquirido fama de super trabajadores y perseverantes.
TESTIMONIOS:
Como consigna de trabajo, se debía realizar una entrevista a algún miembro de la colectividad. Nosotros elegimos a Pablo, de aproximadamente 50 años de edad, un hombre que vive en el sur de la ciudad, en las chacras que hay allí. Él nos brindo su tiempo y nos contó sobre los problemas que tuvo que resolver para llegar aquí, en el año ’69, tras pasar por Bs. As, Neuquén, Esquel y así llegar a Trelew.
Pablo vino como todo inmigrante con la idea de conseguir una mejor calidad de vida. A pesar de sus expectativas, se encontró con lo obvio, un lugar frío, alejado de su hogar, donde sí o sí se paga el derecho a piso. Sin embargo, no piensa volver dado a la vida que ya construyó aquí.
Como otros bolivianos, se radicó en zona de chacras y se dedicó al cultivo de hortalizas, aunque también se desempeña en el trabajo con yeso.
Al preguntarle por la comunidad en general, Pablo opina que “todos sus compatriotas vienen con la misma idea, y que todos se quedan por la misma razón… pero no afectan a la zona, son un complemento más de la ciudad”
CONCLUSIÓN:
Para finalizar, compartiremos con usted las experiencias vividas al realizar este trabajo. Personalmente, comprendimos mucho más a la colectividad, cómo se desenvuelven y cómo se sienten, también aprendimos de nuestras propias conclusiones y análisis al momento de desarrollar el trabajo, nos sirvió de mucho. A nivel contenido, nos costó desarrollar el trabajo, debido a la poca información escrita sobre lo bolivianos y lo poco que se sabe de ella en la sociedad trelewense. Aprendimos también el por qué de la discriminación de esta incomprendida cultura.
BIBLIOGRAFIA:
# Migrantes bolivianos y horticultura en el Valle Inferior del Río Chubut: transformaciones del paisaje agrario. Susana María Sassone, Olga María Owen, Judith Corinne Hughes. UNPSJB, sede Trelew ( trabajo inédito)
En este caso, te presentamos el trabajo sobre la comunidad boliviana elaborado por la alumna Daniela Gerez de 2°1°E.y G.O. La investigación es sumamente interesante porque permite conocer mejor a una comunidad que muchas veces es discriminada. ¡Que disfrutes de su lectura!

BOLIVIANOS EN TRELEW
En el siguiente informe desarrollaremos las huellas que la colectividad boliviana dejó en nuestra ciudad, tanto de aquellos que vinieron en busca de una mejor vida y constituyen una parte significativa de nuestra ciudad o de los otros, que vienen transitoriamente intentando hacer riqueza para volver a su tierra. Informaremos acerca de los obstáculos que atravesaron para poder asentarse finalmente en este pequeño pedacito del valle.
DESARROLLO:
El Valle Inferior del Río Chubut es un oasis de regadío de la Patagonia y ha sido un espacio de colonización única en la Argentina por la llegada de inmigrantes. En las dos últimas décadas del siglo XX fueron arribando bolivianos procedentes de otras áreas de agricultura intensiva de la Argentina, como también desde su país de origen.
La comunidad boliviana se ha asentado desde la década del setenta en ciudades como Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn, como mano de obra en la construcción y en la pesca. El asentamiento se concreta a partir de los años 80 como trabajadores en la horticultura y en otras actividades en las plantaciones de frutales y en la fabricación de ladrillos, preferentemente en los ejidos de Trelew y Gaiman, en las áreas de Bryn Gwyn, Drofa Dulog y Treorcky.
Los migrantes bolivianos residentes en el Valle Inferior del Río Chubut han ocupado un territorio por el proceso de migración por etapas dentro de la Argentina. Éste responde a ciertas pautas comunes: provienen de comunidades rurales de Bolivia (departamentos de Tarija, Oruro, Cochabamba, Chuquisaca) e ingresan siendo muy jóvenes por las provincias de Salta o Jujuy para trabajar en la zafra azucarera y tabacalera. Posteriormente migran al sur, siempre buscando otras oportunidades de trabajo. Continuando con la migración en etapas, durante la década del setenta arribaron a Puerto Madryn para trabajar en la construcción de Aluar.
El inicio del asentamiento en el valle tiene lugar en 1986 cuando un inmigrante pionero, que abastecía con verdura desde Río Negro, buscando tierras para producir hortalizas, se contacta con un productor tradicional, acuerda la forma de trabajo y tenencia de la tierra. Luego, este pionero va en busca de su familia a Río Negro y se asienta en el valle. Desde entonces no ha cesado el aporte de esta corriente migratoria fronteriza. Al respecto, el boliviano pionero manifiesta como fueron llegando sus connacionales “…ellos vienen solos… me conocen en todos lados, saben que yo ocupo gente, entonces llegan solos y aprenden. Para al otro año ya se apartan solos.”
La presencia de la comunidad boliviana en las chacras nos permite identificar su territorio, donde las experiencias de vida del grupo social se expresan en artefactos y objetos materiales, en signos y símbolos, en significados y valores que hacen diferente a un territorio de otro. Existen claros signos culturales que han transformado el paisaje rural en esta parte de la Prov. De Chubut. Al respecto, Blanco enuncia que “la incorporación de inmigrantes a una sociedad dada no solo afecta al mercado de trabajo o a la actividad laboral (tanto de una perspectiva estructural como o individual), esto es, a su inserción en la estructura social”; y expresa que las inmigraciones “… suponen la incorporación de nuevos sujetos portadores de culturas, etnias y/o religiones distintas”.
Los bolivianos son productores hortícolas. Vienen a trabajar y la mayoría lo hace en calidad de medieros o como peones de otros bolivianos, con hijos pequeños o adolescentes y de hombres solos, también jóvenes. Existen fuertes lazos parentales entre ellos y este es un motivo para migrar ya que los parientes sirven de nexo para conseguir trabajo. Esto sirve mucho para las redes migratorias, se basan en el compadrazgo, relaciones de parentesco, reglas tradicionales de reciprocidad, etc.
Con respecto al hábitat, estamos haciendo referencia a los componentes materiales, visibles en el paisaje.
Con respecto al habitar rural se hace referencia a los canales comunicativos entre los bolivianos como forma de añoranza con el origen, se expresa con sus rutinas de trabajo y de convivencia, su cotidianeidad.
Los bolivianos construyen su hogar en las chacras que no poseen vivienda y en la que el boliviano no ocupa la casa principal, se construyen habitaciones con materiales como ladrillo, chapa, arpillera sintética, bloques, y en algún caso, estos migrantes acondicionan un viejo colectivo como vivienda.
La organización del espacio inmediato a la vivienda se caracteriza por la presencia simultáneas del horno de barro, las herramienta de trabajo, el puesto de venta, los surcos con diversidad de cultivos bolsas para embalar, jaulas y cajones, cantidad de verdura recientemente cosechada tapada por una arpillera húmeda, ropa secándose sobre arbustos o alambrado, bicicletas, camionetas o camiones.
Por lo general, entre ellos mantienen costumbres, comidas, idiomas (quechua), es habitual que los domingos o en fiestas navideñas se reúnan. Por su parte, las prácticas religiosas entre los migrantes bolivianos del espacio rural no son usuales, a diferencia de las convocatorias en las ciudades. Sus hijos son argentinos y todos concurren a escuelas del valle.
Las mujeres son mano de obra importante para la cosecha y venta de verduras. Ellas concurren con sus hijos a la chacra. A los más pequeños los transportan en sus espaldas o los dejan durmiendo en una cama improvisada bajo la sombra de un sauce, álamo o acoplado. Es habitual el alimentarse en el mismo lugar de trabajo, por lo que construyen pequeños fogones, donde hierven verduras. Los niños en edad escolar participan en ciertas actividades agrícolas como cosecha, lavado y embolsado de zanahoria, etc, respetando el horario de concurrencia a la escuela.
•HUELLAS TANGIBLES: Como rasgos tangibles, encontramos la feria que se realiza todos los sábados en la Sociedad Rural, ya que muchos bolivianos productores van allí a comercializar sus productos. Si bien no hay un lugar donde ellos se nuclean, para la sociedad, esta feria es un gran referente de la colectividad.
Al igual que la feria, tenemos como referente la compra de verduras directamente de sus chacras. Todo trelewense ha ido un fin de semana en familia a comprar hortalizas.
A pesar de no tener una Asociación constituida, muchos residentes bolivianos del Valle se reúnen en Gaiman para tratar temas puramente comerciales.
•HUELLAS INTANGIBLES: Como registro que no se puede tocar, tenemos la idea general de toda la sociedad sobre los bolivianos. Esta colectividad es y se siente fuertemente discriminada, ya sea por su color de piel, origen, actividad laboral o costumbres culturales. Para los trelewenses, este erróneo concepto de los bolivianos ha llevado a la marginación y hostilidad de la comunidad boliviana.
A su vez, conocedores de las dificultades en su vida, los bolivianos han adquirido fama de super trabajadores y perseverantes.
TESTIMONIOS:
Como consigna de trabajo, se debía realizar una entrevista a algún miembro de la colectividad. Nosotros elegimos a Pablo, de aproximadamente 50 años de edad, un hombre que vive en el sur de la ciudad, en las chacras que hay allí. Él nos brindo su tiempo y nos contó sobre los problemas que tuvo que resolver para llegar aquí, en el año ’69, tras pasar por Bs. As, Neuquén, Esquel y así llegar a Trelew.
Pablo vino como todo inmigrante con la idea de conseguir una mejor calidad de vida. A pesar de sus expectativas, se encontró con lo obvio, un lugar frío, alejado de su hogar, donde sí o sí se paga el derecho a piso. Sin embargo, no piensa volver dado a la vida que ya construyó aquí.
Como otros bolivianos, se radicó en zona de chacras y se dedicó al cultivo de hortalizas, aunque también se desempeña en el trabajo con yeso.
Al preguntarle por la comunidad en general, Pablo opina que “todos sus compatriotas vienen con la misma idea, y que todos se quedan por la misma razón… pero no afectan a la zona, son un complemento más de la ciudad”
CONCLUSIÓN:
Para finalizar, compartiremos con usted las experiencias vividas al realizar este trabajo. Personalmente, comprendimos mucho más a la colectividad, cómo se desenvuelven y cómo se sienten, también aprendimos de nuestras propias conclusiones y análisis al momento de desarrollar el trabajo, nos sirvió de mucho. A nivel contenido, nos costó desarrollar el trabajo, debido a la poca información escrita sobre lo bolivianos y lo poco que se sabe de ella en la sociedad trelewense. Aprendimos también el por qué de la discriminación de esta incomprendida cultura.
BIBLIOGRAFIA:
# Migrantes bolivianos y horticultura en el Valle Inferior del Río Chubut: transformaciones del paisaje agrario. Susana María Sassone, Olga María Owen, Judith Corinne Hughes. UNPSJB, sede Trelew ( trabajo inédito)
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