Dos cuentos escritos por alumnas del Turno Tarde

¡Qué mejor modo de celebrar los días del escritor y la lectura que publicando cuentos escritos por los alumnos!

Vamos a presentarles algunos textos muy interesantes, surgidos de distintas propuestas áulicas.

En primer lugar les presentamos, "Random" de María Galina, y "Querido Diario" de Rocío de 2°C.N.T.T.

Se trata de dos cuentos surgidos a partir de la lectura de la antología: "Ver para leer" de Juan Sasturain. La propuesta consistió en escribir un cuento en el que se encontraran, en una situación conflictiva, tres personajes pertenecientes a distintos cuentos de la antología leída, y las chicas lo resolvieron muy bien.

¡Qué mejor modo de celebrar los días del escritor y la lectura que publicando cuentos escritos por los alumnos!

Vamos a presentarles algunos textos muy interesantes, surgidos de distintas propuestas áulicas.

En primer lugar les presentamos, "Random" de María Galina, y "Querido Diario" de Rocío de 2°C.N.T.T.

Se trata de dos cuentos surgidos a partir de la lectura de la antología: "Ver para leer" de Juan Sasturain. La propuesta consistió en escribir un cuento en el que se encontraran, en una situación conflictiva, tres personajes pertenecientes a distintos cuentos de la antología leída, y las chicas lo resolvieron muy bien.

Random de María Galina de 2°C.N.T.T.

Hace poco más de dos años entré a uno de esos servicios de ayuda en donde sos anónimo. No la estaba pasando muy bien personalmente, y no tenía ganas de gastar dinero en psicoanálisis, porque en mi experiencia no había funcionado.
Debo decir que las personas que estaban en ese Centro, se parecían mucho a mí, y la pasábamos muy bien juntos, pero una parte mía me decía que no pertenecía a ese lugar. Sentía que por más ayuda que me dieran, el pozo ya estaba cavado y lo único que hacía falta era tirarse.
Mucha gente podrá decir que el solo hecho de pertenecer a esos Centros los ha ayudado a lidiar con sus problemas. Definitivamente no soy una de esas personas.
Mi vida era una verdadera miseria. Hasta que un día entraron al Centro tres hombres, las tres personas que cambiaron mi vida completamente y para siempre. Llegaron el mismo día, al mismo lugar y tenían una palabra en común en sus vidas: crimen. Eran tres incógnitos que llamaremos Señor A, Señor B, y Señor C.
El Señor A, culto profesor de matemáticas y apasionado jugador de ajedrez había ideado un plan inteligente para asesinar a su esposa, quien lo engañaba. Vivían en un pueblo muy pequeño.
El Señor B había sido víctima de un crimen, cuando la oficina en donde trabajaba fue asaltada y estuvo encerrado en un baño con una colega durante una noche entera.
El Señor C se sumergió en el horror, junto a varias mentes atónitas, al ver cómo en visperas de Navidad una mujer y su hija eran atropelladas por un auto.
Luego del período de presentación, los tres se juntaron en una mesa. Yo los seguí, había algo que me llamaba la atención, aunque no lograba entender qué era. Algo en sus historias, algo que escondían y yo, amante de los rompecabezas no iba a parar hasta encontrar.
Los tres señores se hicieron amigos inmediatamente, ante las miradas del resto de los anónimos, quienes no entendíamos cómo tres personas tan diferentes podían acercarse.
El Señor A, ya retirado, tenía un look muy bohemio. El Señor B era el típico empresario rico, con traje caro y reloj carisimi. El Señor C, era el rebelde, usaba remeras Lacoste y jeans gastados. Lógicamente, eran polos opuestos, pero llamaban tanto la atención que definitivamente se atraían.
La historia interesante comienza cuando el Señor A decide contar su relato, para saber si habia alguien con una experiencia parecida.
Obviamente, no, todos los que estabamos allí éramos un tanto ignorantes, adictos a la droga, el sexo y el alcohol, y definitivamente, no nos cabía en la cabeza que una persona pudiera idear un plan tan perfecto y macabro, a la vez.
El Señor A había quedado con un estrés post traumático, pero no sabía por qué. Qué ironía no saber…Siempre es mejor ignorar… Sus mezclas de droga y whisky lo llevaban una y otra vez a una misma escena, la escena del crimen.
El Señor B tenía pesadillas, todos los días soñaba con lo que podría haber sido todo si él hubiera roto la puerta del baño y se hubiera enfrentado a los ladrones. Tenía una rara especie de claustrofobia que siempre se minimizaba, no se sabe si por verg]üenza o por no querer enfrentar su realidad. Vivía una vida que quería terminar.
El Señor C era el que peor había quedado. Deliraba mucho y quería ser Clark Kent para salvar a esa mujer y su hija.
Tuve largas charlas con los tres juntos, y por separado, pero todos coincidían en una frase: “La vida no tiene que ser al azar.”
Un asesinato con remordimiento para el Señor A. Una noche de terror en un baño frioo con una persona y nada en común para el Señor B. Ser cazado por dos muertes que definitiuvamente no podrían haber sido evitadas, o al menos no por el Señor C.
La vida no tiene que ser al azar. ¿Qué habran querido decir? ¿Qué tan lejos podían llegar? ¿Era el trauma más fuerte que las ganas de vivir?
Asados en Tigre, cafes en el Británico, tragos en Clásica y Moderna, y nunca entendí qué era lo que no soportaban. Sufrir, sufrimos todos. Tener pensamientos suicidas, no, y si los tenemos no los decimos ¿O si? Un día me llamaron a la oficina para comunicarme que se había encontrado un auto, dentro de él habia tres mochilas, y dentro de una de ellas una agenda, de la cual habían sacado mi número. Manejé hasta llegar. Dos horas que se hicieron eternas hasta que por fin llegué a un desierto en el que vi el auto tumbado del Señor B. No había ningun signo de que alguien hubiera salido herido. Los rastrillajes fueron eternos y nunca se encontraron los cuerpos. Nadie los siguió buscando, nadie los reclamó, nadie se preocupó por ellos.
Sí, estaban solos, nadie los extrañaba. Maquiné la historia mil veces, la pensé y la seguí pensando, y me acordé de que después de la frase 'La vida no tiene que ser al azar' seguía 'los que no servimos deberíamos morir en accidentes de autos'. La primera frase siempre me pegó, pero por alguna razón había olvidado su continuación.
¿Habrá sido un aviso? Creo que sí. El hecho de que hayan desaparecido de la faz de la tierra me asustaba, ¿habrían concretado el objetivo de sus mentes suicidas? Desaparecer es fácil, el hecho de que hayan tomado la alternativa fácil y no pelearla fue bastante estúpido, a mi criterio, pero lo que había pasado tenía que ser olvidado.
El auto, la droga, las alucinaciones, la vida que pasa, el drama, la histeria, el crimen. Todo eso resumido en una palabra: vida. La vida miserable de tres hombres que pedían ayuda a gritos, gritos silenciosos y por más que en sus caras no mostraran ningun signo de desesperación, agonizaban por dentro.
Seguí adelante, mi vida cambió drásticamente para bien, luego de lo acontecido, porque me di cuenta de que hay que disfrutar cada momento. Pero cada vez que voy a Tigre, o tomo un café en el Británico, o un trago en Clásica y Moderna recuerdo esas historias, recuerdo los gritos de silencio y los silencios de perdón y me doy cuenta de que… la vida no debería ser al azar.

***

Querido Diario por Rocío de 2°C.N.T.T.

Hoy, como típico fin de semana, mi abuela cocina sus deliciosas empanadas, escuchando música de su tiempo. Yo, aburrida, miro televisión, mirando nada… De repente, tocan a la puerta, no esperábamos a nadie. Corriendo, fui a abrir. Me encuentro con un tipo gordo, serio, misterioso. No lo conocía. Antes de que abriera la puerta, mi abuela ya estaba ahí y creí que se conocían, por la expresión de sus rostros, y no me equivoqué. Ella le dijo: “¡No has cambiado nada Pochochito!”; él sonreía, mientras se saludaban con un abrazo. Luego de su reencuentro, me presentaron. Él es su sobrino, Roberto Almada, tío de mi mama. Dice que me conoce, porque me vio cuando era bebé. Obvio, no me acuerdo…
Almada había venido para quedarse un largo tiempo. Debo decir que era raro, muy raro, y más si de un día para otro venía a vivir acá. Alguien semi-desconocido, ¡A la casa de mi abuela!, que es “re” pero “re” rompe …cuando quiere, y que alguien que no esté acostumbrado a sus mañas, que no sea mi abuelo, de todos modos decida quedarse… Muy rarooooo. Por eso, quise investigar para qué había venido.
Te cuento que a mí me cae pésimo, y más después de lo que me enteré, no me lo banco al gordo, siempre me anda retando o mandando, no sé qué se cree. Mi abuela dejó que se quedara sólo porque era su único sobrino, su preferido. ¡¡Pero Almada vino a refugiarse después de un crimen que cometió!! ¡Parece que mató a su novia! ¡qué desgraciado! A veces, el gordo me da miedo, te lo confieso, tiene una mirada…!
Todo esto es un secreto, sólo lo sabemos nosotros. Él se vino por las dudas, porque un reportero sospechaba, y había una testigo. Dice que ella lo engañaba. El descarado lo contaba todo como si fuera un cuento. Para mí, no tiene sentimientos, hasta dijo que no se arrepentía…
Mi abuela le prometió que no diría nada, yo estaba pasmada escuchando detrás de la puerta. No lo podía creer. Llegué a pensar que a ella no la conocía, que de pronto no era mi abuela, parecía otra persona. Quizás le permitió quedarse porque vino llorado, aunque no creo que haya llorado todo lo que debía, de todas maneras. Luego, el Almada le pidió esconder el alma con la que había matado a la mujer. Mi abuela lo llevó al cuarto de visitas y le dijo que la podía dejar oculta detrás del cuadro. En la habitación había uno solo. Ese cuadro horrible que la adornaba. Mi abue lo apreciaba porque perteneció a Cecilia, su hermana que falleció. Tiene un gran significado para ella. La verdad, es el mejor escondite, pensé yo, quién se acercaría a ese espantoso cuadro….
Como me cansé de escribir me voy a dormir, después de este largo día. Hasta mañana, querido diario.
04/02/1956