por Marcelo Gauna de 9°3° T.M.

Primero que nada, quiero expresar que el cuento fue muy interesante y me pareció completamente atrapante. El hecho de que un mismo personaje recorra dos historias paralelas, sumado a la confusión de no tener completamente claro, cuál es un sueño y cuál realidad, sólo nos lleva a muchas otras preguntas… ¿Cuál y qué es la realidad? ¿Y los sueños? ¿Podrían nuestros sueños ser la realidad de otras personas y/o viceversa?
Refiriéndonos al cuento, también surgen otros interrogantes. Si el sueño del hombre era sobre motecas y tribus aborígenes antiguas, se puede explicar si pensamos en un hombre que sueña con algo que podría haber visto en una película o libros de historia. Desde ese punto de vista estaría claro que a uno se lo puede considerar sueño y al otro, no. Pero si aquel perseguido sueña con algo que se consideraría “futuro” también entraría en discordia el tiempo-espacio-realidad. ¿Sería posible soñar con algo de lo que no se tiene conciencia, aunque esto sea considerado “correcto” históricamente?
En verdad, este relato está escrito para que de forma inconsciente, deliberemos sobre la ciencia madre: LA FILOSOFÍA. Desde hace mucho tiempo, el hombre trató de encontrar los orígenes de lo que lo rodea, pero uno de los mayores misterios, no son las pirámides de Egipto o cómo surgen el día y la noche, sino el propio cerebro humano, muy por sobre todo el resto, el sistema más complejo que el hombre encontrará en su vida.
Por todo esto, Julio Cortázar se merece muchísimos galardones, por todas las obras que enriquecen las mentes y lo llevan a uno a decirse: “LEB DIE SEKUNDE”; vive el momento, el segundo.
Sea realidad, fantasía o sueño, disfruta de lo que tienes y que todo suceda cuando tenga que suceder.

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