“Diríamos toda nuestra vida si hiciéramos el relato de todas las puertas que hemos cerrado, que hemos abierto, de todas las puertas que quisiéramos volver a abrir.”

Esta frase pertenece a Gastón Bachelard, quien escribió un libro maravilloso “La poética del espacio”. Es imposible leer ese libro y volver a mirar el mundo como lo veíamos antes. Pero hoy sólo quiero hablar de “puertas”.
Las palabras del autor francés permiten pensar la vida como un conjunto de puertas. Es cierto, ¿No? ¿Cuántas puertas hemos abierto por nosotros mismos, con nuestro esfuerzo? ¿Cuántas puertas nos han abierto otros, gratuitamente? ¿Cuántas puertas hemos cerrado de un portazo y tal vez ahora querríamos reabrir? ¿Cuántas puertas están aún entreabiertas y esperan que ingresemos a través de ellas?
La puerta puede ser un amigo, un padre, un hermano, un profesor…hay tántas metáforas posibles. “El mundo llama del otro lado de mi puerta” dijo Birot.
¿Todas las puertas pueden volver a abrirse? No, no todas, hay lugares a los que no podríamos volver ya, seguramente. La infancia ingenua. Un amigo que partió. Alguien a quien le dijimos algo demasiado terrible. Un camino que no elegimos. (Porque no se pueden elegir simultáneamente todos los caminos en la vida). Puertas, entonces, tal vez, cerradas.
Pero hay puertas que aún están entreabiertas, que es posible abrir, tal vez con esfuerzo, dolor, vergüenza o miedo; pasar, descubrir el mundo que nos proponen, animarse a algo que vale la pena…
No hay que dejar que se cierren, tal vez no nos esperen mucho tiempo, hay que apresurarse a llamar a ese amigo, hay que anotarse en ese examen, hay que decidirse por un camino posible.
En la escuela, también, hay puertas que se abren: nuevos amigos, nuevos desafíos, aprender a estudiar con perseverancia, ser parte de algo diferente, ser capaces de pensar en el futuro...
¿Qué puertas vas a abrir este año?

por Marisa Estela García

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